Cap. 47
Barnabas
Quien nos descubrió fue David. Nos dio un poco de pena, pero reaccionamos inmediatamente. Creo que Victoria antes que yo.
David celebró.
- Me da tanto gusto que se quieran…
Yo traté de explicarle. Me parecía de mal gusto que un niño tan pequeño presenciara cosas como esas.
- Lo lamento…David no debió darse cuenta…esto es cosa de mayores.
- No te mortifiques por eso…a menos que te incomode.
Negó.
- No…no es exactamente eso. Es más…me siento apenado contigo…
- Ya pasó- dijo ella, tratando de evitar que me diera más pena a mí.- Bueno, ¿y ahora?
- Tendrás que ayudarme con la selección musical. Casi no sé nada de esa tal Alice Cooper…sus malas artes de hechicería pueden complicarlo todo.
Victoria rió.
- Querida, celebro tu risa pero…no comprendo por qué te ríes…
- Es que…cuando conozcas realmente a Cooper…no pensarás igual.
- ¿Qué tengo que hacer para que venga a la fiesta, como Carolyne quiere?
- Pues…será cuestión de una llamada telefónica y todo estará resuelto.
Yo me sentía feliz. Creí que era suficiente y celebré ahora la fortuna que tenía de contar con una mujer como Victoria en esos momentos junto a mí, ayudándome.
- Eres fenomenal- sonreí.
Y así fue. Entre los dos, conseguimos que Alice Cooper aceptara ir a la fiesta. Le prometimos bastante pago. Yo estaba seguro de poder garantizarlo. Eso motivó la aceptación inmediata.
Victoria quería buscar una ropa adecuada para ella, pero no se atrevía a pedirlo.
- Pues…ya casi está todo.
- Casi…algo debe faltar.
- Ya sé…la ropa de Carolyne…no creo que quiera ir con su madre para elegir el mejor vestido.
- Esas son cosas de damas- comenté un poco abochornado.- Eso deben resolverlo ellas.
- Hablaré con Carolyne…quizás quiera que vaya yo con ella…
- Eso sería magnífico…y de paso…podrías elegir tu vestido.
Se mostró cabizbaja.
- No lo sé…no tengo suficiente ropa…pero tampoco tengo mucho dinero.
Yo le entregué algo de dinero y le dije.
- ¿Me permites?
- No, Barnabas…no puedo aceptarlo- dijo orgullosamente.
- ¿Por qué no? Es el regalo de un amigo…de alguien que te estima y quiere y…que quiere verte lucir hermosa ese día.
- Es que…yo no soy de arreglarme mucho…-confesó.
- Más a mi favor…a mí me encantan las mujeres que casi no se arreglan…
Sonrió débilmente y asintió.
- Está bien, Barnabas…sólo por Carolyne y por ti lo acepto…prometo no gastar demasiado…
- Si necesitas más…
- No, por favor. Si me ofreces más, lo rechazaré todo.
- En ese caso…buena suerte- dije guiñando el ojo.
Me marché de ahí después de haber elegido un poco más de música ad hoc a la ocasión.
Era música un tanto desordenada y algo molesta pero Carolyne estaría feliz.
En cuanto al menú, me las ingenié para conseguir a un grupo de buenas cocineras, herederas de la tradición culinaria de Collinsport. No fue difícil: buen pago y algo de hipnosis fueron las armas básicas.
En la noche, cuando ya todo estaba listo, revisé en el estudio aquel libro que contenía la Escalera del Tiempo. Todo estaba en la bolsa…en cuanto pasara la fiesta de Carolyne, conseguiría que aceptara que fuera mi esposa…usaría el poder del viejo hechicero y devolvería a Angelique al pasado, para quedarme junto a Victoria sin dilación…y de paso, acabar también con Jeffrey, sin que Victoria se diera cuenta.
Sólo que…había un inconveniente. Además de Angelique, había ya una tercera en discordia que parecía estar interesada en mí y no precisamente en mis atractivos varoniles…
Victoria
Tardé un buen rato en arreglarme. No estaba decidida a ponerme el vestido que había comprado con el dinero que había recibido de Barnabas.
La música sonaba agradable abajo pero yo estaba nerviosa, más que Carolyne, quien ya estaba abajo con sus amigas.
Elizabeth no había ido a buscarme. Seguramente quería estar pendiente de todo.
Y Barnabas también debía estar esperando por mí para pasarla bien.
Cada minuto que pasaba yo me sentía arrastrada por la energía sensual de la mirada de Barnabas. Y estaba segura de amarlo cada momento más.
Por fin, me decidí. Era hora de dar la cara.
Abajo, Barnabas recibía a los invitados y los hacía pasar.
Se había desvivido para que la fiesta fuera todo un éxito y lo estaba consiguiendo.
Mucha gente de Collinsport estaba presente y eso era un gran beneficio para todos.
Carolyne miró a Barnabas con complicidad. Al parecer, había conseguido llevarle a su estrella favorita.
Yo bajé entonces. Barnabas me distinguió desde arriba y pidió una pieza especial.
- ¿Bailamos, señorita Winters?- preguntó sensualmente.
Yo asentí.
Me tomó con delicadeza con las manos por la cintura…su mirada penetrante llegó hasta el fondo de mi ser.
- Apenas puedo creer estar bailando con una chica como tú- dijo con una voz melodiosa y a la vez erótica.
Me sentía totalmente fuera de este mundo.
Sólo podía sentir su cuerpo delgado entre mis dedos…sin peso, como si fuera casi un fantasma…pero mi cuerpo también delgado sintió calor entre sus brazos…disfrutaba más que nadie la fiesta, aún más que Carolyne que también hacía de las suyas con otro chico, ante los ojos atónitos de Eiizabeth Stoddard.
Tras aquella pieza yo no sabía cómo reaccionar pero fue necesario que fuera por algo para beber.
Barnabas me siguió. Sin embargo, dudó. Lo vi perderse de momento mirando algo.
Al poco rato, parece que me encontró y no se despegó de mí en un buen rato, mientras Carolyne disfrutaba de la velada junto Alice Cooper…la mujer más fea que hubiera visto en el mundo.
- Lamento interrumpirte- dijo.- Pero vas a pescar un resfriado…
- No te preocupes- le respondí.- Esperaba que vinieras…ya atrapé lo que quería…tu atención
- ¿En serio?
- Claro…aunque creo que tú estás atento a algo más, ¿cierto?
Él se apenó cuando le hice ver la forma en que se refería a mí.
- Lo siento…pero es en serio…no puedo negar lo que mis sentimientos revelan…¿crees que voy mal?
- Para nada- le respondí- soy feliz tan sólo de mirarte…es como si hubiera vuelto a nacer…no pude encontrar mejor lugar en el mundo que ahora…el aquí…
- Dime…¿por qué te veo un tanto triste?
- No es eso…es la vida que llevé justo antes de venir aquí. Sólo aquí pude encontrar esa paz y ese lugar al que siempre creí pertenecer…
Por un momento sentí que estaba robando la felicidad de alguien más: de Josette. Pero parecía ella estar de acuerdo con lo que sucedía.
¿Ella estaba de acuerdo con la felicidad que yo sentía al lado de su Barnabas? No podía asegurarlo pero lo que sí era cierto era que Barnabas se notaba emocionado y feliz…y yo no pensaba dejar de lado esa emoción que nacía en ambos.
- Siento como si todo lo malo pasara a segundo plano…por primera vez me siento parte de alguien…de un sitio…de un amor…
Y sin más, lo besé. Él correspondió a mis besos como yo y así permanecimos un buen rato. Aquella noche bailamos un rato más juntos hasta que amaneció. La fiesta fue todo un éxito…era lo que queríamos…recuperar esa tranquilidad que Collinwood necesitaba degustar después de tanto dolor…
