Cap. 44
Victoria
Después de que hablara con Barnabas, dediqué un buen rato a charlar con David. Y bien pronto, la doctora Hoffman me miró con interés.
- Tú tienes un secreto del cual no quieres hablar mucho- dijo la doctora.
- No sé a qué se refiere…-comenté.
- Bien que lo sabes…dime, ¿qué es lo que haces ahora aquí? ¿Has venido para cobrar una cuenta pendiente?
Yo no entendía del todo. Pero entonces, vino a mi mente Josette.
- Puede ser- le contesté en tono de broma.- Quizás he vuelto para vengar a alguien…para devolverle a alguien la felicidad perdida. Pero…¿cómo lo averiguó?
La doctora Hoffmann se asustó.
- Pero…¿quién eres?
Respondí apenas sin sentido.
- Soy…Josette duPress. Sólo mira la fotografía. ¿Acaso no te habías dado cuenta?
Fue la doctora quien salió corriendo.
Yo me detuve. Era una verdad. Mi rostro era muy parecido al de Josette. A pesar de que algo intuía o sabía en el subconsciente, no recordaba exactamente los detalles de La Escalera del Tiempo, pero era seguro que todo tenía que ver con eso.
El tiempo se detuvo un momento, contemplando el retrato de Josette y luego el de Barnabas. Lo miré a profundidad. Eran tan parecidos. Casi podía asegurar que se trataba de la misma persona. Pero entonces, me resistía a creerlo.
Cuando me di cuenta, ya era de noche.
Subí a mi habitación. Pero ya no vi a Barnabas. Seguramente no estaba.
Y yo tenía miedo. Intuía que algo malo iba a suceder con él.
Barnabas
La miré. Se veía hermosa. Tanto como voluptuosa.
- Dime, Angelique. ¿Qué es lo quieres? ¿Para qué me llamaste?
- Para saludarte. Nada más, Barnabas. O, acaso…¿habría otra razón para que yo quisiera acercarme a ti?
Yo guardé silencio.
- Eso debes saberlo tú mejor que yo.
- ¿Por qué no me dices…qué quieres pedir, aprovechando que estás aquí?
- Yo no vengo a pedirte nada- dije con ironía- sino a exigirte…me robas casi doscientos años de mi vida…no tengo por qué suplicar…
- No supliques, pero sí…podemos llegar a un acuerdo…amistoso.
- Entre tú y yo no hay amistad posible. ¿Cuánto quieres por devolverle los pescadores y la tranquilidad a los Collins?
- ¿Y que mi emporio Angel Bay se venga abajo? Estás loco, Barnabas…
- Te conviene, Angelique. Si lo haces, nadie sabrá lo que hiciste.
Ella rió abiertamente.
- Barnabas…nadie sabrá nunca que yo soy una bruja…tú eres aquí el muerto…oh, perdón, lo lamento…suena duro pero…es así. Entiéndelo, Barnabas…no es tan fácil.
- Podría darte una buena cantidad…
Le mostré un cheque con el que llegué preparado.
- Vaya…pensaste en todo. Ah, y supongo que ahora es cuando accedo a aceptar esa cantidad, ¿cierto?
La miré con ansiedad. No esperaba que aceptara como si nada.
- Siéntate, Barnabas. Vamos a…discutir esto con más calma.
Entonces comenzó a acariciar mi pecho. Era una forma muy…persuasiva de convencerme, pero a pesar de eso yo no estaba dispuesto a ceder…pero ella intentaba por todos los medios convencerme.
- Primero…quiero que me hagas tuya…somos dos peces grandes en un espacio muy pequeño. Podríamos hacer…pececitos.
Su forma de decirlo casi me arroja en sus brazos.
- ¡Habla de una vez, Angelique!
Se despojó de la ropa.
- ¿Qué te parecen?- preguntó refiriéndose a su fisonomía.
No pude evitar darme cuenta que no habían dejado de ser lo que me había atraído tanto tiempo atrás.
- ¿Qué es lo que quieres, Angelique?
- Tu amor…
- Ni Afrodita sería capaz de concebir una unión más descabellada…
- No mientas…tú me amabas…sólo pensabas en mí.
- Pensé que eras diferente…pero ahora…ya no hay nada en mí que te puedas servir- le dije tratando de evadirla.
- Yo puedo cambiar eso…-insistió- además…puedo convencerte de modos muy seguros.
- ¿Ah, sí? ¿Y si no acepto?
- O me aceptas…o tendré que volver a hacer con Vickie lo mismo que hice tiempo atrás con Josette…¿podrías volver a soportarlo?
Entonces, la rabia se apoderó de mí.
- En ese caso…tendrás que soportar toda mi furia…
VideoNo pude más. Tenía que hacerlo por Victoria. No dejaría que la matara como a Josette. Ella era lo único bueno que me quedaba.
La forma de tenernos fue violenta, sagaz, insistente…mucho muy diferente de cuando aún era sólo un hombre. Pero estaba tan cargada de dolor que no pude menos que sentirme más vacío que nunca.
Ella era toda calor, sensualidad…éramos dos monstruos colmándose de placer…pero era un placer cargado de dolor y de muerte…no había más que eso.
En cuanto terminó aquel éxtasis…no quedó nada.
Yo me sentí tan culpable. Ella estaba como si nada.
Pero entonces yo le dije:
- No puede ser…no puedo estar contigo…debes entenderlo…no te amo…y eso jamás sucederá.
Salí de ahí. No quise ver su cara.
Tras regresar a Collinwood encontré a Victoria en las afueras charlando con Jeffrey.
Eso me hizo pensar en algo que hacer. No podía dejar que ese hombre me la quitara así como así.
Ella se despidió de él y yo entré justo en ese momento.
- Buenas noches- le dije.
Victoria se volvió a mirarme. Yo clavé mis ojos en los de ella. Tenía que hacerla sentir que la amaba más que nadie y que ningún otro hombre podría arrebatarme su amor.
Cuando Jeff se marchó, tomó mi mano y me dijo:
- Ven…Carolyne me mostró esta canción. Es hermosa…¿quieres escucharla conmigo?
Yo acepté. Fui con ella a escuchar esa canción…y hubiera podido ir al fin del mundo. Angelique se perdió en la nada… al menos en mi memoria y en mi corazón.
