COLLINS LOVE CAP. 41

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la_unica_sra_d_sparrow
icon12  view post Posted on 13/10/2014, 04:09




Cap. 41

A partir de ahora, la empresa Collins comenzó de nuevo.
Yo iba y venía por Collinsport, casi como antes. Pero el sol seguía siendo mi gran enemigo.
Gracias a la paciencia de Victoria podía superar aquella dificultad.
Sólo había alguien que podía superar los temores que tenía al sol: Angelique Bouchard. No se había aparecido para nada y eso era lo que me preocupaba: no saber en qué momento Angelique exigiría algo de mí.
Pero por el momento, podía sentirme algo tranquilo. Sólo había algo que impedía que avanzáramos en nuestro propósito: los pescadores de Collinsport no vendrían a nosotros fácilmente porque Angelique seguramente los tenía convencidos de estar con ella. Seguramente había usado brujería para ello.
Victoria me miraba y se le notaba que quería decirme algo pero no se atrevía.
Y yo la miraba sin poder comprender. Ahora que me daba cuenta que tanto ella como Sarah habían usado la Escalera del Tiempo, no podía dejar de preocuparme por lo que Angelique pudiera hacer. Tenía que evitar a toda costa que su influencia las arrastrara al peligro. Uno tran grande como el que me había convertido a mí en un condenado.
Me decidí a hablar con Elizabeth frente a frente.
- Lizzy…creo que es momento de hacer algo para recuperar el negocio. Los pescadores no trabajarán para nosotros sin un buen incentivo.
- ¿Puedo saber cuál usarás? ¿Acaso piensas amenazarlos con beber su sangre si no regresan?
- No seas irónica, Elizabeth- repliqué- habrá alguna forma que se me ocurrirá para convencerlos. No me creas tan tonto.como para no poder llegar a un acuerdo con ellos.
Elizabeth comentó.
- Está bien, Barnabas. Pero no podrás ir de día.
- No te preocupes. Le pediré ayuda al mayordomo y seguramente me llevará con la persona adecuada.
- Mucha suerte, Barnabas.
Volvía a mi habitación cuando me encontré a la doctora Hoffman.
- Dígame…¿qué hace el señor a esta hora?
- Nada importante…hablar con Elizabeth solamente.
- Ya veo…lo noto un poco pálido…¿se ha sentido bien?
- Sí…¿por qué?
- Es que…me parece que no está usted muy sano que digamos. ¿No le gustaría platicar conmigo, de paciente a médico?
No pude decirle que no.
- Voy a pensarlo. De hecho, voy a arreglar otros asuntos y la veré mañana, si le parece.
- Está bien. Le espero mañana- sonrió la doctora.

Me adentré en la mansión y fui a revisar las arcas de la familia tratando de que nadie me viera.
Descendí por los escalones vetustos que llevaban a los pasadizos secretos donde se escondían los tesoros de los Collins.
Decidí sacar de entre ellos una joya que mi padre había escogido para mí y que la usé solamente una vez. La miré con detenimiento…tenía un hermoso color rojo sangre que estimulaba mi apetito.
- Sé que no eres de sangre pero me atraes muchísimo…
La contemplé de nuevo y le di un beso suave para luego regresar al interior de la casa.

Arriba estaba Victoria, revisando un libro y calificando un escrito del pequeño David.
- Hola, Victoria…
Ella se levantó y me saludó.
- Barnabas…no te sentí llegar.
Sonreí y suspiré hondamente.
- Estás leyendo las letras de David.
- Sí…tiene una forma muy especial de escribir…cada día lo hace mejor.
Mi mirada se clavó en la de ella. Y por un momento, sentí como si fuera ella quien me hipnotizara a mí.
La luz de sus ojos no eran tan vulnerables a mí como yo imaginaba. Creo que incluso yo era mucho más sensible a su mirada. Era ella quien me encantaba con su sonrisa.
- Victoria…¿qué es lo que has conseguido hacer conmigo?
- No te entiendo…
Clavé mi mirada en ella y entonces sentí a Josette a través de sus ojos.
No hubo necesidad de palabras. Sólo la sostuve por la cintura y la besé apasionadamente. Se me fue el alma condenada entre sus labios. Pero sabía que solamente era un momento de perturbación.
Cuando despertó me di cuenta que era otra vez ella misma.
- ¿Qué me pasó?
- Nada, señorita…¿todo bien?
- Así es…todo bien- señalé.- ¿Quieres acompañarme al puerto? El aire de la casa me sofoca en ocasiones.
Victoria aceptó inmediatamente.

Victoria
Salí con Barnabas hacia la playa.
El lugar era hermosísimo. Desde que llegué a Collinsport no había tenido oportunidad de salir a pasear así y menos con aquella compañía.
Él se comportaba totalmente como un caballero. Me fascinaba su forma de mirarme y de hablarme. Por primera vez en mucho tiempo me sentí querida y apreciada.
Y podía notar que en cierto modo, no le era totalmente indiferente.
Eso me agradaba. Pero no sabía cómo corresponder totalmente a sus pretensiones.
- Dime…¿cómo son las mujeres en Londres?
- Las mujeres son muy reservadas…educadas pero reservadas. Bien se puede encontrar una esposa pero…algo me dice que yo he de encontrar la mía en Maine.
Ella sonrió.
- ¿Ah, sí? ¿Ya tiene en mente a alguien en particular?
- Quizás- dijo Barnabas.
Acercó sus labios a mí y trató de besarme.
Por un instante me sentí feliz.
Pero no lejos de ahí, estaba Jeff.
Mi mirada se mantuvo pendiente de Barnabas.
- Espera…me trajiste a pasear…¿por qué no me lees ese libro que tanto nos gusta?
Barnabas sonrió. Por un momento lo distraje.

Pero Jeff no parecía acordarse de mí de ningún lado. Eso me preocupaba y me mortificaba.
- ¿En qué piensas, bella damisela?- preguntó Barnabas.
- En no mucho- le aclaré- es sólo que en ocasiones me parece que ya he estado aquí en algún tiempo.
- ¿De verdad? ¿Y…recuerdas algo acerca de esa vida que crees haber vivido antes?
- No lo sé, pero sólo puedo intuir que fue un tiempo hermoso…y que algo ocurrió que impidió que fuera totalmente feliz.
Barnabas bajó la cabeza.
- No pienses así. Quizás esta es una nueva oportunidad para que seas feliz…realmente feliz.
Seguramente él no sabía de lo que hablaba.
Barnabas
Después de volver con Victoria y haber charlado largo y tendido con ella sobre David, los Collins y Londres, regresé a la casa y fui al jardín a respirar un poco y a contener mis ansias de mirar la luna y beber la sangre de quien se me presentara.
Entonces, descubrí una silueta que me pareció sumamente familiar.
- ¿Angelique?- pregunté.
- Hola, Barnabas…¿te extraña verme aquí?
- Sí…¿a qué has venido?
- A ponerte un ultimátum…no vas a convencer a mis pescadores…
- A las pruebas me remito y créeme…voy a salir avante.
- Te quiero ver en dos días en mi casa…quiero…proponerte un trato.
Dudé. Pero luego asentí.
- Está bien…si hay un trato de por medio, vamos a ver qué tan buena eres para que lleguemos a un acuerdo.
- Te convendrá, te lo aseguro.
Se marchó rápidamente.

Peter me llevó con el jefe de los pescadores.
Me acerqué para entrevistarlo. Confirmé mis sospechas. Angelique los había convencido a todos con sus malas artes.
Pero yo usé mis poderes y lo dominé.
Ahora, Angelique sabría que yo también iba a utilizar mis armas. Y quizás también las usaría con alguien más…claro, si la ocasión se presentaba…

Desde el día siguiente, todos los pescadores regresaron a la empresa Collins.
Daba gusto ver volver las camionetas repletas de pescado a la empacadora.
La venta en los camiones de la empresa era ya un hecho.
La prosperidad asomaba a la puerta de la familia Collins. Todo parecía indicar que la felicidad estaba por regresar a cada una de las personas que conformaban la mansión.
Pero aún faltaba la respuesta de aquella mujer.

Victoria
La tranquilidad parecía regresar a la familia Collins.

A mí me parecía mentira ver cómo todo lo que parecía perdido regresaba a adquirir la plenitud que antaño tuviera. Y todo, gracias a la oportuna y prodigiosa intervención de Barnabas.
¿Quién era ese hombre tan enigmático? Por un momento llegué a creer que era el mismísimo Barnabas Collins. Pero no…eso era imposible. Sin embargo, sí podía notar que Barnabas ejercía una influencia misteriosa en la familia. Tenía el poder de reconocer y entender el pensamiento y la razón de ser de cada uno de nosotros. Y eso lo hacía alguien de fiar. Pero quizás también era alguien peligroso.
Cuando volvía a la mansión después de visitar la empacadora, volví a encontrar a Jeff.
Él me reconoció.
- Jeff…¿ya te vas?
El joven se detuvo ante mi voz.
- ¿Victoria? ¿Cómo estás, Vickie?
- Bien…pensé que no querías hablar conmigo.
- ¿Por qué no? Es que…he estado un poco pensativo. En realidad, quería hablar contigo.
Por un segundo pensé que se trataría de lo que habíamos hablado. Pero no fue así.
- Quería saber si podíamos charlar respecto a un nuevo libro que quería mostrarte. Y sobre todo…las historias que se tejen alrededor de Collinwood. ¿No tienes miedo de vivir ahí?
Yo dudé.
- No…no creo que sea buena idea. ¿Qué es lo que han dicho?
- Que la prosperidad que ha retornado a ellos…es producto de una brujería.
- Eso no es verdad…es sólo un rumor. Puedo asegurarte que nada hay de malo en ello. Es sólo el fruto del trabajo y el esfuerzo de la familia y de la inversión de un hombre que dejó su tierra para darle a su familia el auge que tuviera hace mucho tiempo. ¿Hay algo de malo en ello?
- No por cierto- dijo Jeff.- Tú también participas en ello, ¿cierto?
- Yo ya puedo considerarme como parte de la familia.
Se hizo un largo silencio. Luego yo lo interrumpí.
- ¿Vendrás a la casa?
- ¿Y si se enoja la familia?
- Yo te presentaré como un amigo mío. Estoy segura que no se opondrán a que me visites.
Jeff sonrió. No podía imaginar lo que estaba por venir.
 
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