Cap. 39
Pensaba en lo que haría ahora que había vuelto a ver a Angelique…pero la música estridente de Carolyne no me dejaba pensar.
VideoSin embargo, conforme me acercaba a su habitación y trataba de escuchar mejor aquella música, ya no me parecía tan desagradable.
Me quedé en la puerta y toqué ligeramente.
- ¿Se puede?
Ella se acercó y me miró de arriba abajo. Luego preguntó a su vez.
- ¿Qué quieres aquí?
- No seas tan agresiva, pequeña. Sólo quiero…preguntarte algo.
- Adelante…
Entré a su habitación. Había tantas cosas tan extrañas. La música me parecía un poco estridente y le pedí.
- ¿Podrías hacer que…callaran ligeramente esas voces, por favor?
Carolyne se apiadó de mí y la música se hizo más tranquila.
- ¿Y bien? ¿A qué debo tu visita?
- Dime, niña…¿cómo es Victoria…? ¿La conoces bien?
Carolyne respondió.
- La verdad…creo que no mucho, casi tanto como tú. Pero…¿puedo saber qué puedo hacer yo al respecto?
- Es que…no sé cómo acercarme mucho a ella…
La chica sonrió.
- Ya veo…a ti te gusta la mojigata esa.
- No la llames así…
- Bueno…la maestra Victoria…te gusta, ¿no?
Yo dudé.
- Bueno…no sé exactamente lo que quieres decir con eso pero…siento algo extraño cuando está cerca de mí.
- ¿Por qué?
- ¿Por qué, qué?
- ¿Por qué eres así, tan recortado y tan rígido? Como si fueras de cera…
Me dio un poco de vergüenza pero le dije:
- Está bien…quizás no sea buena mi forma de comportarme…¿podrías ayudarme a ser más…moderno?
Carolyne sonrió.
- Por supuesto…sólo no quieras que sea eso de la noche a la mañana y no te quieras mezclar con mis amigos de la noche a la mañana, ¿estamos?
- No te preocupes. Por cierto…quería preguntarte algo más…¿has visto a Sarah Collins?
- No ha venido mi tía Sarah…¿la viste?
- Por supuesto…de hecho, la conozco.
- Ella no me dijo nada sobre ti- comentó Carolyne.- Quizás lo olvidó. ¿La necesitabas para algo?
- No exactamente…quizás conversar…
La hija de Elizabeth dijo:
- Podríamos charlar tú y yo…
- Bien…entonces…cuéntame…¿cuándo te casas?
Carolyne cambió el tema abruptamente.
- ¿De qué hablas? Debes estar loco…tengo apenas quince…
- ¿Quince años y sin marido?- le pregunté.- ¿Qué estás esperando de la vida? ¿Secarte sin haber sido madre?
- Vaya que eres muy extraño- me dijo de nuevo.- Victoria debe estar igual de loca que tú para que te atraiga…
Yo no veía eso como un insulto…sino más bien, como un cumplido…
Victoria
Yo estaba un tanto preocupada por Barnabas. Pero lo dejé descansar. Quizás el viaje tan largo había sido capaz de causarle tanto cansancio.
Pero al poco rato vi bajar a Elizabeth y me dijo.
- Victoria…¿serías tan amable de llevarle el té a Barnabas? Está despierto…acaba de despertar…
- Por supuesto, señora, ya se lo envío.
- Dime…¿cómo ves a David?
- Es un niño muy noble…me gusta mucho trabajar con él.
- ¿Te ha hablado de su madre?
- Por supuesto…pero siempre le digo lo mismo: que quizás pronto la verá…
- No crees en él expectativas que no va a poder ver realizadas…es mejor que se convenza de una vez que ella ya no va a regresar…
- Pero…¿y si se pudiera? ¿Y si la posibilidad existiera?
- Vickie…espero que manejes esto con mayor sensatez.
Asentí. Elizabeth tenía razón.
Barnabas
Estaba desconcertado. ¿Cómo actuaría ahora respecto a Angelique?
Sin embargo, me distraje un poco con la charla de Carolyne. Realmente su música, su mundo era muy agradable…psicodelia, le llamaba ella…me atraía…me gustaba esa forma loca de ver el mundo…
¿A Victoria también le gustaría? No estaba seguro…
Pero estaba dispuesto a verme más…moderno. No sé cómo se conseguiría eso pero debía haber una manera para convencerla.
Volví a mi habitación y la encontré frente a frente. Casi tira la taza de té que llevaba en las manos.
- Victoria…-observé.
- Barnabas…-susurró quedamente.
Me acerqué más a ella dispuesto a robarle el beso que tanto deseaba pero no quería intimidarla.
Al verla con la taza en la mano, decidí ayudarla y la invité.
- ¿Te gustaría acompañarme?
- Si quieres…
- Por supuesto…
Acomodé el servicio y la hice sentir el confianza.
Iba a sentarse en el sillón donde alguna vez Angelique y yo…bueno…pero decidí que no. Era mejor dejar que escogiera otro lugar.
- ¿Te sientes mejor?- me preguntó.
- Oh, sí…estaba un poco cansado…pero ya estoy bien. ¿Qué clase de té es?
- Verde…-comentó.
No era precisamente mi favorito y no debía beber demasiado.
- Sírvete- le pedí- entonces yo lo haré después de ti.
- Gracias- observó Victoria sirviéndose.
El tiempo se nos hizo tan corto. Estuvimos hablando acerca de sus aficiones literarias y luego del amor.
- El amor a tu familia te ha devuelvo aquí, ¿cierto?
- Así es…¿conoces alguna forma de conseguir que la familia Collins vuelva a tener el esplendor y el abolengo que tenía?
- No lo sé pero…conozco a alguien que quizás sí pueda ayudarme.
La vi tan segura que no quise ahondar más.
- Si puedes conseguir que eso suceda, te estaré…eternamente agradecido.
- No te preocupes…lo haré. Pero…¿por qué estás tan inquieto?
- Presiento que se avecinan nubes negras en el horizonte…-susurré.
Pero ella miró por la ventana que daba al jardín.
- Yo no veo que vaya a llover ahora…es octubre aún.
Yo me acerqué y le dije levemente.
- Tienes razón…desde aquí puede verse…un claro amanecer- comenté mirándole dulcemente a los ojos…esos ojos azules que me dominaban…
