END OF TIMES CAP. 25, Enfrentando al enemigo

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la_unica_sra_d_sparrow
view post Posted on 28/6/2014, 01:31




Cap. 25 Enfrentando al enemigo

Parecía amanecer…no había luz del Sol, tal y como ahora la conocemos…la gente se había ya acostumbrado al excesivo calor y a la luz…
Aquella alborada comenzó para los recién casados con caricias…John tomó un pétalo de una extraña rosa azul para rozar el rostro de su esposa, para con su nariz aspirar su aroma mientras exhalaba alrededor de su oído. Ella despertó ligeramente, sintiendo que era John quien estaba ahí, realmente junto a ella. No pudo hablar porque John la besó ahogándole el aliento.
Y así un rato más se cubrieron de caricias y volvieron a fundirse en un solo cuerpo…ella temblaba de amor y de pasión, al tiempo que él la colmaba de dicha.
Horas después el jacuzzi tibio los esperaba. Dentro juntos, apenas podían creer tanta felicidad.
- John…apenas puedo asimilar todo esto…¿es verdad?
- Claro, Mariah- dijo John.- Es la verdad más hermosa que he tenido en mucho tiempo. Tú, la mujer más pura que yo he conocido…entre mis brazos…al natural, tras haber sido mía…y ahora mi esposa…la verdadera mujer a la que amo…es mucho más un sueño para mí que para ti.
- Pero…tú has tenido en tu cama…mujeres hermosas…unas diosas paganas en plenitud…-dijo ella bajando el rostro.
Pero él se lo levantó a la altura de su boca y dijo tras besarla:
- Pero ninguna ha sido como tú…todas eran de plástico…sin alma…y yo…nunca había sido feliz…-dijo con suma seriedad.
Tras volver a besarse, salieron a respirar el aire de los jardines artificiales. Eran tan privados que nadie iba a molestarlos. Así que en el que quedaba exactamente atrás de la habitación, salieron a pasear, completamente desnudos.
- John…¿cuánto tiempo durará este paraíso para nosotros? Seguramente así se sentían Adán y Eva…sin pecado…admirando ella la belleza y virilidad de Adán.
- Y él- continuó John- contemplando la hermosura de su mujer…-sonrió.
La acarició un momento más. Se sentía pleno. Pero tenía miedo de perderla.
- ¿Preguntaste cuánto tiempo tenemos de paraíso? Un par de días, amor…no sé exactamente qué va a suceder…pero pase lo que pase…no voy a permitir que te hagan daño. Algo se me tiene que ocurrir; no sé hasta ahora nada de Orlando y eso me preocupa aún más.
Salieron del jardín, se vistieron y comieron algo, cuando recibió el mensaje que su sobrino le había enviado.
En cuanto lo leyó, se mesó el cabello. Mariah lo miró con preocupación.
- ¿Ocurre algo?
- Todo…-dijo él.- Tenemos que volver…Orlando dice que las cosas con Roncalli son riesgosas…eso quiere decir que él ya se presentó ante él…y no quiero ni pensar lo que dirá de mí.
- ¿Crees que te hagan daño?
- No lo hará directamente, porque no sabe si lo he o no traicionado…pero tengo que irme con cuidado porque si no lo hago, todos estaremos en serio peligro.
Mariah bajó la cabeza. Él le dijo:
- Ven…hay que prepararnos para regresar. En la primera oportunidad te presentaré como mi esposa…ya tu Dios decidirá el final de esto…
Ella asintió con dolor.

Mientras tanto Orlando se encontraba en su casa. A la servidumbre la reunió y les explicó.
- Me siento muy mal con ustedes porque los traté mal- comenzó- pero…también estoy muy molesto porque…ahora que he vuelto, los he encontrado comiendo opíparamente, bebiendo y haciendo mil y un cosas que no habrían hecho de no haber estado yo…

Todos se atemorizaron. En otras ocasiones, Orlando los habría castigado severamente.
- Pero…no voy a hacer nada contra ustedes…y no crean que es por ustedes…es gracias a la mujer que amo. A ella deberán seguir con vida…porque ella es quien me ha inspirado estos sentimientos, así que…en cuanto ella venga a vivir a esta casa, la tratarán como una reina, ¿entendido?
Todos asintieron y se postraron ante él.
- No hagan eso- pidió.- No quiero ver a ninguno de ustedes a mis pies, pero tampoco volverán a aprovechar mi ausencia para hacer lo que les dé la gana. Les voy a dar otra oportunidad, pero los que hayan reincidido los correré de mi casa sin ninguna consideración.

La servidumbre se sintió completamente feliz.
Al poco rato, leyó el periódico. Había sido un amanecer rojo. Los F.E.M.A. se tiñeron de sangre. En las primeras horas, habían sido masacrados cientos de personas en los campos de concentración.
Orlando tembló. ¿Dónde estaría ahora Laura?
Entonces sintió ánimos de orar…pero…¿cómo?
Laura le había enseñado a rezar…sólo conocía y recordaba algunas palabras…decidió mejor hablar desde su propio interior.
- Oh, Dios…Dios de Laura…de los cristianos…Dios que has dispuesto estas cosas…cuida de ella, te lo suplico. No lo hagas por mí porque…yo no soy digno de que me escuches siquiera…pero hazlo por ella…ella es buena…pura…ella confía totalmente en ti…demuestráme tu poder…haz algo para que yo pueda creer en ti, no sólo por el testimonio de ella…quiero creer en ti, Dios…quiero creer en lo que ella cree…permítemelo…si es que puedes hacerlo…

Las lágrimas llegaron a sus ojos…sintió que su corazón se estrujaba por un dolor profundo y venenoso que no sabía de dónde provenía.
No sabía cómo localizarla, puesto que tratar de ubicarla era como ponerla en riesgo total. Decidió que era mejor esperar. Pero lo que hizo fue enviar gente de su confianza para averiguar si no estaba en alguno de los campos de concentración. Y pagó para que los enfermos y quienes estaban en el hospital Gemelli estuvieran completamente a salvo.
Ahora sólo esperaba que su tío volviera a su casa. Sólo él podía darle fortaleza ahora. Él era su familia.

Pasaron varios días. Orlando no había tenido noticias de su tío.
Él mismo había acudido a varias reuniones con los clubes Bilderberg y Roschild para arreglar asuntos relacionados con el marcaje de la gente.
Para varios había sido algo muy prometedor: ya no era necesario tener en la casa dinero en efectivo…ya no era necesario hacer ningún tipo de transacción a través de papel moneda…ya no era necesario identificarse en ningún sitio con alguna credencial o algún documento. Con sólo pasar la mano o la frente por un lector láser, era suficiente para que se supiera quién era esa persona, a qué se dedicaba, cuál era su capital disponible, sus negocios, su familia…todo.
Algunos vieron en ello una total conveniencia de los nuevos tiempos. Sin embargo, eso era lo que los Illuminati querían que todos creyeran.
Sin embargo, los cristianos se negaban. Por ahora no era obligatorio…pero quizás pronto lo sería.
Orlando fue a la casa de su tío, con la esperanza de encontrarlo.
En cuanto llegó, se anunció. Entró con sigilo. John lo miró de pie y un gran abrazo los hizo unirse.
- ¡Tío!- dijo Orlando con tranquilidad.
John lo abrazó y le preguntó.
- ¿Dónde has estado todo este tiempo?
- Eso es lo que quisiera saber de ti, tío…
Mariah llegó entonces con dos tazas de café y se sentó a un costado de John, recibiendo de esto un dulce beso en los labios.
Orlando se extrañó y preguntó:
- ¿Es lo que creo que es?
- Sí, Orlando- dijo John.- Mariah es mi esposa…la amo mucho y créeme…ella me ha hecho ver las cosas de distinta manera. Ahora sé que todo lo que hemos estado haciendo es sólo una farsa…un truco…hemos estado sirviendo a un régimen siniestro que tratará de acabar con todos…empezando por Roma y siguiendo con el resto del mundo.
- Así es…pero…¿qué crees que diga Roncalli ahora que lo sepa?
- No lo sé…aún no lo he visto…desde la carta que me enviaste no he sabido mucho. Sólo recibí una nota de él diciéndome que hay una reunión en dos días en su casa y que tengo que ir.
- Sí, a mí también me enviaron una invitación...-continuó Orlando.
Mariah preguntó al muchacho.
- ¿Cómo está Laura? No he sabido nada de ella…
Orlando comentó.
- Ahora está en casa de sus padres…le permitieron regresar por el momento…en virtud de que le dije a Roncalli que va a ser mi esposa…

John entreabrió los labios.
- Roncalli no te permitirá casarte con ella…antes que eso, es capaz de matarla.
- Me prometió que respetaría su vida y la de su familia.- continuó el sobrino de John.
- No confíes…ahora todo va a ser más peligroso…el día de la reunión tenemos que jugar bien nuestras cartas para poder evitar que Roncalli desencadene la violencia en la ciudad…si eso ocurre…tu amada lo pasará muy mal.
Orlando negó.
- No…no lo vamos a permitir…tío, tenemos que evitar que se extienda esta ola de violencia.
- Te juro que lo vamos a intentar…-aseguró débilmente John.- ¿No habría posibilidad de que Laura fuera a vivir a tu casa?
- No lo creo…aún no es mi esposa y no aceptará venir a vivir conmigo hasta que no estemos casados…
- Es verdad…lo que puedes hacer es pagarle a los guardaespaldas de Roncalli, para que, cuando algo malo pueda ocurrir, te la entreguen. Es la única forma de garantizar que nada malo ocurrirá.
- ¿Y tú tío, qué harás?
John miró a Mariah, apretó su mano y dijo:
- Me voy a jugar el todo por el todo, Orlando…

En la campiña donde se encontraba la hacienda de la familia Roncalli, Laura rezaba junto con su pequeño hermano.
- Laura…¿crees que el peligro haya pasado?- preguntó el pequeñito.
- No lo creo aún, Giuseppe- dijo ella- pero Orlando hará todo lo posible para que más hermanos nuestros no terminen en los campos de concentración…o mutilados en las afueras de Roma…
La muchacha no quiso decirle a su hermano la verdad de lo que últimamente ellos estaban viviendo. Cada noche muchos de los cristianos seguían reuniéndose a escondidas para esperar el momento en que Pedro Romano tuviera que huir de Roma y tras eso fuera muerto, brutalmente…y con ello, el número de los mártires se incrementara.
Tampoco podía decirle que ya algunos de los que se habían negado habían sido mutilados.
Entonces suplicó a Dios que cuidara de Orlando para que pronto pudiera volver con él.
Su madre los llamó adentro.
La noble señora quiso hablar a solas con Laura.
- Dime, madre…
- Cuéntame…¿pasó algo entre tú y el muchacho Devil, cuando estuviste en el Gemelli?
- De ninguna manera, madre…Orlando estaba convalesciente, ahora que…sí pasó algo…
- ¿Qué cosa?- preguntó de nuevo su madre preocupada.
- Orlando…está por convertirse al cristianismo. Va a ser uno de los nuestros…se va a bautizar…y cuando lo haga…nos casaremos.
Su madre la abrazó y le dijo:
- Eso me da mucho gusto, por él y por ti, porque tú lo amas…¿verdad?
- Mucho…y él también…me he dado cuenta que lo que siente por mí no es un pasión efímera…es amor verdadero…ahora sólo espero que no vaya a tener problemas por causa de esto.
- Que Dios lo protega, hija…vamos a orar por él.
Llegó el día de la reunión. John iba acompañado de Mariah. Orlando iba solo.
Los magnates se juntaron de nuevo en un gran salón. La depravación y el abuso del alcohol, drogas y otras sustancias eran evidentes.
Orlando preguntó a su tío.
- ¿Qué crees que pase hoy?
- Un gran circo, sobrino…sólo eso…vamos a disfrutar la función.
Roncalli se acercó a Orlando y le dijo:
- ¿Cómo estás muchacho? Me alegra que no hayas dejado de lado mi invitación…sabes cómo me agrada que vengas…-sonrió.- Hay mucha diversión aquí para ti…
Orlando asintió.
- John Devil…-dijo el magnate.- Veo que vienes muy bien acompañado…-comentó.
John contestó.
- Hola, amigo mío…estuve fuera algunos días pero…aquí me tienes de nueva cuenta…como siempre…-añadió más serio.
Roncalli besó la mano de Mariah.
- La última vez creo que hubo un mal entendido…pero creo que esta noche…sí voy a cerrar el negocio que dejé pendiente…
John se molestó, pues sabía perfectamente a qué se refería.
Uno de los amigos personales de Roncalli se acercó.
- John Devil…¿dónde has estado? Te hemos estado buscando por todos lados…creímos que habías huido.
- De ningún modo- añadió John.- Sólo estaba de viaje…Orlando…¿quieres acompañar un rato a Mariah en lo que hablo con los señores?
- ¿Para qué molestas a tu sobrino? Yo tengo gente que puede cuidar muy bien de Mariah en lo que arreglamos tú y yo algunos asuntos.
- Prefiero que sea él…si no te molesta- retó.
Roncalli no tuvo más remedio que ceder. No quería escándalos en su reunión.
- Bien…como digas.
John se acercó a Orlando.
- Por lo que más quieras, te suplico…no la dejes sola ni un momento, Orlando.
- Despreocúpate, tío, que nada malo va a ocurrir…
Luego se acercó a Mariah y le dijo apenas:
- Amor…todo está bien…nadie va a hacerte daño, te lo juro.
- ¿Y tú, estarás bien?- preguntó Mariah.
- Sí, linda…no te angusties…en un rato, estaremos de vuelta en casa…te amo…
Mariah trató de mostrar buena cara. Luego dijo a Orlando.
- Tengo miedo…
- Yo también- contestó Orlando.

Ya estando en una de las salas principales, John se encontró a Michelle en lo que su marido atendía a otros invitados.
- Bienvenido, mon cherie- dijo Michelle casi besándolo.
- Gracias…-dijo él secamente.
- ¿Qué te pasa? Estás…muy frío conmigo. No cometas la misma estupidez de tu sobrino de rechazarme…
- Él te rechazó porque se va a casar, ¿cierto?- dijo John.- Pues yo…te rechazo porque ya lo hice…-
Michelle ardía de rabia.
- ¿Y se puede saber con quién?
- Creo que…me llama tu marido- dijo John a Michelle.- Con tu permiso…
Se reunieron en la sala. Roncalli comenzó.
- Johnny Devil…sabes perfectamente cuánto te he querido…cuánto te aprecio…y todas las consideraciones que he tenido para contigo pero…han llegado hasta mí ciertos rumores de un extraño comportamiento tuyo…y quiero que tú seas quien me diga la verdad.
John siguió fumando su cigarrillo.
- Dime…qué es lo que quieres saber…
Roncalli continuó.
- Dicen que…te pasaste al bando de los magnates del Onyx y de la Orden de Malta…¿es cierto?
John trató de fingir.
- ¿Quién te dijo eso?
- Sólo dime sí o no…
Devil respondió:
- Tú sabes que para conocer al enemigo…tienes que estar muy cerca de él, ¿no lo crees? No podía conocer sus movimientos sin involucrarme con ellos…
Roncalli sonrió.
- ¿Lo ves, Claudio?- dijo a su amigo personal.- Lo que me dijiste de John no es verdad…lo has hecho solamente para que él deje de ser mi amigo, ¿cierto?
Claudio respondió.
- John Devil…deja tu careta…di la verdad…no querrás hacer enfadar a Roncalli.
John continuó.
- No más de lo que tú lo haces enfadar con tu horrenda cara todo el día frente a él…
Roncalli reía de la agudeza de John, mientras Claudio se enfurecía.
- Vaya que me hacen reír ustedes dos…y se ve claramente que quieren ganar mi favor…los dos están a prueba, carísimos…sorpréndanme…quiero acción…y en función de eso…sabré- dijo sobre el tablero de ajedrez, haciendo un movimiento efectivo- a quién voy a quitar del camino…

John sabía que quizás ya todo estaba perdido para él. Sólo le quedaba una última oportunidad.
Cuando salió, Roncalli le dijo:
- John…¿y el trato?
- Tendrás que establecer otras condiciones, Roncalli…ya no me interesa lo que ofreces…y no estoy dispuesto a pagarte lo que quieres…pide lo que quieras…todas las mujeres que he tenido…propiedades…pero no te entregaré a Mariah.
Roncalli rió.
- ¿Es una broma, verdad? Sabes que no aceptaría menos que eso. ¿Puedo saber por qué me la niegas?

John suspiró hondamente y explicó.
- Porque…Mariah es mi esposa…te veré en la exposición de arte, dentro de dos días…
Roncalli apretó los puños. Sin embargo, pensó que actuar precipitadamente no era lo más agradable…hacer las cosas con cuidado era más divertido para él…
 
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