SUEÑOS DORADOS Y ESMERALDAS CAP. 9

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la_unica_sra_d_sparrow
icon13  view post Posted on 20/10/2013, 23:34




lunapic1353022949756541

Cap. 9

Candy observó un momento más aquella habitación, perfumada de sándalo. Por un momento se sintió bien, pero en breve notó que Terry la miraba de una forma mucho más directa, casi sin palabras.
Ella trató de decir mil cosas, agolpadas por la emoción.
- La bata es muy hermosa…aunque lamento que el vestido se dañara …por cierto, la de la idea de elegirlo para mí fue Annie, ¿sabes? Ha tenido oportunidad de convertirse en una dama elegante, es elogiable en ella que tenga buenas maneras…
Terry asentía con un indagatorio ajá de obviedad. Eso ponía a Candy más nerviosa.
- Sí…gracias, Terry…realmente creí que…la tormenta no llegaría tan rápido- dijo casi arrastrándose junto a la ventana.
El joven actor la miró y añadió.
- Habrá que acomodarnos aquí…la tormenta no cesará en toda la noche.
- Pero…quizás amaine la tormenta…habrá que volver…
- En esta época del año, tú lo sabes…las tormentas duran casi toda la noche…-dijo acercándose a ella con mayor incitación.
Colocó sus largos dedos suavemente sobre los hombros de la muchacha y jugueteó delicadamente con la cadena que soportaba un dije que llevaba ella colgado al cuello.
- ¿Puedo ver?- preguntó Terry.
- Sí- dijo mostrando la imagen en forma de cruz que le habían regalado en el hogar de Pony.- Es casi como un amuleto de la suerte. Siempre que lo he llevado conmigo, me ha ayudado a salir adelante.
- Me alegro…tu fe es la que te ha sostenido todo este tiempo- añadió Terry con un ligero suspiro.
- Dime, Terry…¿no tienes fe, acaso?
- Por supuesto que sí- dijo él.- Dios ha sido muy grande conmigo, como para permitirme conocer a un ángel como tú y a pesar de la vida que he llevado, seguir vivo…sin embargo, Candy…ha habido ocasiones en que…he llegado a dudar de Dios…
- Es normal, Terry…en ocasiones a todos nos pasa eso…pero cuando estamos a punto de perder la fe definitivamente pasa algo que nos levanta…
- Cierto…en una ocasión cuando creí que mi carrera estaría completamente por el suelo…cuando pensé que ya no serviría para nada, recordé lo que tú habías sufrido…y me avergoncé de mí mismo…y decidí luchar de nuevo, aunque cayera pero me levantaría las veces que fueran necesarias…-siguió con fervor.
“Ese es el Terry de quien me enamoré- dijo Candy.- Es el Terry que me gritó “Ánimo” cuando estaba encerrada en el cuarto de castigo, y me pidió que nunca dejara de sonreír…gracias a ese recuerdo pude seguir mi camino aún sin ti, mi amor…”
- Sin embargo…creo también que Dios no ha de escucharme lo suficientemente bien…
- ¿Por qué?- indagó Candy.
- Porque…una vez me dije que…yo era el único que podía protegerte…y no lo cumplí bien…
Candy permaneció en silencio. Terry se volvió de costado para tratar de mirar su rostro que ella había ocultado ligeramente.
- Candy…una vez…te pedí que te quedaras a mi lado para esperar el amanecer…y…la lluvia cesó…y…
- Y Eliza Leagan llegó- añadió Candy.
- Sí, lo recuerdo bien. Pero ahora…ahora no está Eliza ni nadie más para evitar que te haga la misma pregunta…y solo tú para confirmar la respuesta: ¿Te gustaría que nos quedáramos aquí…a esperar el amanecer?
Candy sintió que las fuerzas la abandonaban definitivamente. Terry aprovechó ligeramente su confusión para acariciar su mentón y llevarlo ligeramente hacia su boca.
- Dime, Candy…¿te gustaría?
Candy miró sus labios y ladeó de nuevo su cabeza.
- Terry…es que…
- Candy…ahora no es momento para preocupaciones. Es justo ya vivir estos instantes que la vida nos devuelve con creces. Si antes no te pude amar siendo sólo un jovenzuelo…ahora sí puedo, porque soy un hombre, Candy…y tú una mujer…-susurró suavemente sobre sus labios para luego depositar sobre ellos un beso tibio y arrobador. El hijo del duque de Grandchester saboreaba aquellos labios como nunca…su boca paseaba en círculos…serpenteaba sobre la boca de la joven enfermera, encendiendo sus ganas y su amor.
Candy le dio ligeramente la espalda. Esta vez ya no hubo bofetada posterior. Terry pensó que iba por buen camino.
- Antes que eso…quiero saber por qué me has evadido y negado desde que nos volvimos a ver.
- Terry…tú eres un hombre…quizás dejaste de sentir como aquel joven del colegio San Pablo…aquel muchacho rebelde que fumaba, bebía, fanfarroneaba pero que tenía un noble corazón y que se enamoró de una pequeña pecosa de nariz respingada…
- Ese hombre soy yo, Candy…-susurró de nuevo.- Sin embargo…quiero pedirte perdón…
- ¿Perdón por qué?- preguntaba ella.
- Por…ser como soy…cumplí mi promesa de encontrar mi camino entonces…y te volví a ver pero ya no pude estar a tu lado…tras la muerte de Susana me perdí…sentí que no te volvería a ver y…mi voluntad se hizo nada…perdóname por ser cobarde y dejar que el dolor se convirtiera en egoísmo…pero sé que si tú estás a mi lado todo será diferente…
“¿Cómo te digo que yo he vivido también viviendo día tras día tu ausencia y llenando mis horas de trabajo y evitando pensar en mí para que tu recuerdo no volviera a lacerar mi corazón?”
- Candy…perdóname por todo…no merezco tu amor…
Candy lo vio bajar la cabeza y darle la espalda ligeramente.
- No digas eso, Terry…tú eres un hombre especial, inteligente y bueno…sólo dejaste que la vida te llevara por un camino ligeramente equivocado…si te sirve que te lo diga…te perdono, aunque…no tengo nada que perdonarte realmente…porque yo…
Terry la miró de nuevo y preguntó.
- Tú…me amas, ¿verdad? Anda, Candy, dímelo…-añadió estrechándola por la cintura aspirando su aliento.- Yo te amo más que a mi vida, Candy…y yo sé que tú también me amas…lo sé…tus ojos nunca han sabido mentir, pecosa…
Candy notó en Terry la mirada limpia y serena del muchacho rebelde que la miraba con dulzura todo el tiempo. Recorrió su rostro con los ojos y sintió los labios de fuego de Terry sobre sus labios apenas rozándolos…los brazos de Candy se cruzaron alrededor del cuello del joven en un ligero abrazo por los hombros, mientras él bebía de sus labios el dulce néctar de los besos de la enfermera…poco a poco el momento se iba intensificando…Terry fue haciendo que los besos fueran más profundos y sensuales, de suerte que Candy enrojeció de lo lindo y le dio la espalda un momento.
Terry le dijo con suavidad.
- Dime…¿cómo sigues de la pierna? Espera…voy a curarte.
Candy vio cómo la llevaba en brazos de nuevo a la cama y ahí levantaba ligeramente su vestido para mirar.
- No está tan mal…
- Me duele un poco solamente- añadió Candy.
Terry sonrió por la inocencia de Candy. Lo mataba de ella que no pudiera entender del todo sus insinuaciones.
- Voy a curarla, señorita enfermera…y espero que no grite o sus pecas se harán aún más evidentes…-sonrió.
Candy cerró los ojos, sintiendo los toques que Terry le daba con el bálsamo para desinfectar la herida. Luego la cubrió con una tela suave y la anudó ligeramente.
- Ya está…podrás descansar sin problema…
- Gracias- señaló Candy.- Ahora…será mejor que te cambies…estás aún un poco mojado.
- Cierto- dijo Terry, hincado, mirando a Candy desde la posición en la que se encontraba, de forma que sus brazos la mantenían acorralada al tiempo que ella quedaba justamente a la altura de sus labios.- Hace frío afuera…¿por qué no…hacemos que haya calor en esta habitación?- susurró besándola de nuevo, entrecortadamente.
Candy se dejaba llevar por sus besos…poco a poco sus convicciones se apartaban para dar paso al amor que sentía por Terry. Cuando se dio cuenta, estaba ya, recostada en la cama, con el cuerpo de Terry inclinado a su lado, con una de sus manos acariciando su cuello con delicadeza, mientras sus labios la colmaban de besos tibios y ardientes.
- Terry…
- No digas nada más, Candy…déjame estar así…un momento, asimilando por fin que estás conmigo…y que no habrá fuerza que nos separe nunca más.
- Terry…sería mejor que no…-intentó en tono suplicante.
Pero fue inútil. Terry acarició su cintura suavemente bajando con la misma ternura hacia su cadera. Y sus besos alocados descendían lentamente por su cuello, acariciando y erizando su piel.
- Terry…para…por favor…
- Lo siento, Candy- siguió Terry con ojos ligeramente cerrados.- Esta noche ni tú misma conseguirás que me vaya de ti…he soñado tanto con este momento…y no pienso dejarlo pasar…por favor…dime que tú también lo deseas…que tú también quieres que te haga el amor dulcemente.

Candy no pudo decir palabra. Se aferró a la ancha espalda de Terry y degustó sus besos en el cuello que comenzaban a torturarla lentamente, mientras la bata rosa se desdibujaba de su cuerpo con las hábiles manos del joven actor. Los tirantes bajaron lentamente entre los besos intensos de Terry Grandchester…sus núbiles pechos asomaban ya con las cimas ligeramente erectas por el contacto.
- Espera, Terry…hay algo que no sabes…
- ¿Qué cosa, Candy?- preguntó mientras acariciaba con el dorso de su mano sus pezones y paseando sobre su piel hasta la línea de fuego del vientre.- Sé a qué te refieres…eres virgen aún…y me da miedo…
Candy preguntó.
- Dime…¿qué sucede?
- Es que…me siento tan bien que sea yo quien te enseñe a amar como tanto lo deseé, pero…no quiero lastimarte con mi cuerpo…no quiero romper tu piel y causarte otro dolor…
- ¿Duele mucho?
- No puedo contestarte esa pregunta, Candy- añadió Terry.- Sólo sé que haré todo lo que esté en mi poder para hacerte disfrutar esta noche…sólo quiero que me sientas, que te sientas mujer entre mis brazos…demostrarte todo el amor que tengo guardado para ti…dulce pecosa…
La joven enfermera sintió que su ser ardía con aquella frase y cobijó a Terry al calor de su abrazo.
- Entonces…lléname de ti, Terry…ayúdame a sentirte, enséñame a amarte.-dijo tratando de acariciarlo.
Terry sonrió mientras tomaba ambas manos de ella y las llevaba suavemente por su pecho.
- Tócame así…tus manos en mi pecho son algo exquisito, mi amor…
- ¿Tienes frío?
- No…por favor, Candy…ayúdame a quitarme la camisa, ¿quieres?
Ella sonrió. Los botones fueron desabrochándose uno a uno dejando al descubierto el pecho del joven actor que entrecerraba los ojos y le ayudaba.
- Eres hábil por ser enfermera…ahora…acaríciame…soy todo tuyo, Candy…
Una duda la detuvo un instante.
- Dime…¿y Victoria Brownwood?
Terry movió la cabeza.
- No hay más Victoria Browwood…ella fue un mal escape para huir de mí y de ti…pero ella sabe bien que no la amo…que jamás la amé ni la amaría. Por eso me buscaba cuando tenía dinero para comprarle algo y presumirlo delante de sus amistades- señaló Terry.- Pero ahora…no hables de nada, Candy…déjame amarte lento…despacio…sentir tu piel suave y marfileña…me encantas, mi vida…me vuelves loco- susurró al tiempo que le otorgaba otro beso apasionado que la joven Andrew ya no podía evadir.
Tras quitarse la camisa, Candy sintió un bochorno tremendo al descubrir en el pliegue de la cadera el lunar que Eleonor Baker llevara en la cara. Sabía lo que había debajo de aquel pantalón pero ahora era distinto. No se trataba de un paciente sino del amor de su vida.
- Nunca he estado así con un hombre- susurró.
Terry le sonrió sensualmente mientras se quitaba el resto de la ropa.
- Ahora puedes decir que ya estás frente a uno- sonrió con picardía mientras la besaba de nuevo.
Luego se dedicó a acariciar cada rincón de su piel mientras sus labios saboreaban sus cimas femeninas con dulzura y descendía entre ellas para llegar a cada uno de los puntos de su anatomía. Candy no supo en qué momento la ropa había desaparecido completamente de su cuerpo. Los ojos de Terry se llevaban con su luz cada gramo de pudor que resguardaba.
- Oye, Candy- susurró Terry mientras la contemplaba en una dulce tregua de besos que ambos estaban disfrutando locamente.- estoy averiguando lo que dice un dicho: que las mujeres pecosas son ardientes…
Candy se sintió un poco cohibida.
- ¿Cómo hablas de eso, Terry? Es impropio.
- Claro que no…tu cuerpo me ha dicho que le encantan mis caricias…y sí…estoy empezando a descubrir que las pecosas son ardientes…y tú eres la primera y la última pecosa a la que he amado y amaré por siempre…dame el fuego de tu cuerpo, Candy…el fuego de una virgen como tú que es tierra sin labrar…manantial intocado…promesa de amor- dijo al fin estrechándola con más pasión y devorando sus labios.
La joven lo estrechó entre sus brazos mientras él seguía chocando su cuerpo con el de ella. Las piernas de Candy seguían cerradas…apretadas…pero Terry consiguió con sus besos intensos que ella le permitiera tener acceso poco a poco a su rincón más secreto.
Terry paseó un dedo sobre su botón más erótico sintiendo que ella se humedecía deliciosamente…que el calor y la humedad regían su intimidad. Y entre palabras ardientes la hacía sentir espasmos pequeñitos de placer que comenzaban a incidir continuadamente en su interior.
- Eres una brasa, mi vida- dijo él- estás tan…caliente…tan llena de rocío…déjame saborear ese elíxir mágico que despide tu tesoro escondido…
La chica no sabía entender del todo lo que ocurría. Era la primera vez que hacía el amor y se sentía un tanto tímida ante la sensualidad, el amor y el erotismo que su amor destilaba.
- Terry…no sé cómo actuar- decía jadeando un poco por la excitación.- Tú lo haces tan bien y yo…
- Tú estás perfecta, Candy…tus gemidos me hacen saber que te estoy haciendo gozar…que eres dichosa conmigo…porque yo lo soy ya…tu inocencia me permite hacerte sentir todo lo hermoso que tengo para ti- susurró mientras sus dedos acariciaban su cuerpo en silencio y arrancaban gemidos aún más intensos en ella.- Tu dulzura es mi locura, mi ardiente pecosa…-dijo esto último casi en un suspiro.
Candy pensó que su cuerpo se encendería sin control. Sin embargo, Terry le susurró al oído un te amo repleto de pasión y de deseo que la hizo entregarse del todo. El joven actor comenzó su tarea, encontrando el camino hacia el interior de ella con su cuerpo. El irse fundiendo con ella provocó en la americana un ligero espasmo de dolor. Terry se recostó en su cuerpo y esperó paciente hasta conseguir estar en ella logrando que Candy dejara de lado poco a poco el dolor y comenzara a sentir un placer tan delicioso que llegaba en oleadas por su cuerpo y la hacía llorar de emoción.
- Candy…-dijo Terry con suma ternura- ¿por qué lloras? ¿Te duele mucho?- insistió un tanto preocupado.
- Un poco pero…no lloro por eso- respondió entrecortadamente abrazada a él- es que…apenas puedo creer que estemos aquí…tú y yo…solos…amándonos…-sollozaba entre los brazos de Terry.
El actor la sostuvo con amor y dijo con los ojos cerrados.
- No llores, mi dulce pecosa…estamos juntos al fin…yo tampoco podía creerlo pero…saber que ahora…estás siendo mía…me hace tan feliz…y veo que es una hermosa realidad.
Entonces Terry jugueteó de nuevo con los labios de Candy y descendió como pudo sobre sus pechos.
- Pecosa…mi ardiente pecosa…déjame amarte…ser uno contigo.
Y susurrando aquellas palabras se fue adentrando un poco más en ella…Candy sentía su piel totalmente enrojecida por el placer que Terry le proporcionaba…ya era una mujer y podía degustar esa pasión libremente.
“Candy…eres tierna y dulce…es tu cuerpo el que estoy poseyendo…es tu corazón el que late apresuradamente ante este momento tan delicioso…eres tú…no es ninguna otra mujer…es la mujer a la que amo…estoy siendo de ti…tú me acaricias…ya siento que tu piel se va encendiendo…así, mi amor…siento cómo gozas…cómo repites mi nombre mil veces…abrázame, mi amor…”
Ella por su parte, apenas podía pensar…sólo sentir aquel instante soberanamente intenso y único.
“Terry…mi amor…por fin descubro el amor en tus brazos…eres tú quien me acaricia…quien rompe las barreras de mi piel…es hermoso sentirte en mí…es algo especial…único…siento tu corazón decirme mil veces que me amas…enséñame a quererte más…por favor…”
Terry derramaba lágrimas amorosas mientras entrecerraba los ojos y gozaba tanto como ella…nunca había estado con una virgen…también él hacía el amor por primera vez, porque era Candy a quien convertía en mujer y era algo muy lindo…sentir la piel de ella despertar al gozo…sentir cómo sus sueños dorados y esmeraldas se convertían en realidad.
- Candy…te amo…siento que mi ser encuentra la paz entre tus brazos…me siento distinto…ah…Candy…-susurró tratando de contener el éxtasis que se avecinaba.
Candy sintió una oleada de placer incontenible que la hizo aferrarse a Terry con fuerza y decirle:
-¡Terry! Me muero de amor…
- Entonces…muramos juntos…pecosa…mi ardiente pecosa…-exhaló cuando sintió que Candy se arqueaba en el momento más excelso y él también se aferró a su cintura y dejó que su cuerpo destilara su esencia viril en un gemido apasionado y tierno.
Pasaron unos minutos en que ambos pasaron de la comunión perfecta a la dulce confusión. Lentamente Terry sonreía y la acurrucaba entre sus brazos.
Candy sólo lo miraba. No podía decir palabra.
- No quiero interrumpir este instante…y creo que está de más preguntar, pero lo haré…¿te gustó, Candy?
Ella sonrió y dijo:
- ¿Lo preguntas por caballero…o quieres satisfacer tu ego?
Terry le apretó ligeramente la respingada nariz para luego robarle un tibio beso y decirle:
- Ambas cosas- dijo él.
- Entonces no sé si responderle primero al caballero y luego darle un puntapié al patán.
El actor hizo cosquillas en su vientre y susurró a su oído.
- Mejor respóndele al caballero primero, que él te hará olvidar al patán…
Candy asintió con la cabeza.
- Entonces déjame decirte que sí…
- ¿Sí, qué?- preguntó Terry un poco asombrado.
- Sí me gustó- susurró ella sobre sus labios.
Terry la abrazó para besarla intensamente.
- Me alegro…porque esto sólo es el comienzo…pero tenemos toda la noche para encender el fuego de nuestro amor…
Candy había cambiado definitivamente los recuerdos de la niñez y actualizaba los recuerdos de la mujer que comenzaba a nacer en el colegio San Pablo…
Terry sabía bien que a partir de aquella noche su destino estaba en las manos de su “Tarzan Pecosa”…
 
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view post Posted on 26/10/2013, 22:51
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que tormenta mas oportuna ^_^ ya estuvieron juntos que emoción a ver que pasa mas adelante :)
 
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