Cap. 8
Pasaron un momento muy agradable en aquel bosque. Los chicos del colegio no se encontraban puesto que habían ido de vacaciones y otros al colegio de verano en Escocia.
- Dime, Terry, ¿volviste a Escocia alguna vez?
Terry suspiró hondamente.
- No, Candy…decidí no hacerlo…no había motivo realmente- señaló refiriéndose a ella.
- Ya veo…y supongo que eso desagradó a tu padre.
Terry hizo una pausa y pensó:
“Candy…si supieras que el distinguido duque de Grandchester me ha odiado más de lo que podía imaginarme…como si no fuera yo su hijo…a pesar de que muchas veces dijo que yo era su orgullo…”
- ¿Qué sucede, Terry?- insistió Candy.
- Nada, pecosa…nada…dime…¿cómo es que sabes que no he visto a mi madre en un año?
Candy hizo una pausa.
- Pues…la vi en Nueva York en una ocasión. Nos encontramos por casualidad y hablamos de ti…
Terry levantó la mirada y sonrió ligeramente.
- ¿Qué te dijo mi madre respecto a mí?
- Muy poco…casi nada que no supiera ya…aunque seguramente había cosas que ella no sabía, porque me dijo que llevaba poco más de un año sin verte.
- Pobre…me dolió tanto tener que devolver las cartas que me enviaba…no pude quedarme con ninguna…-apretó los puños en señal de impotencia.
Candy le tocó la espalda ligeramente.
“Candy…sigue haciendo eso y no responderé de mí…”
- Está más linda que nunca. Dijo que quizás nos veríamos pronto.
- Cuando eso suceda, me gustaría verla, aunque sea a escondidas de mi padre.
- No te preocupes…eso puede suceder muy pronto- señaló Candy guiñando ligeramente el ojo.
Terry sonrió y luego comentó.
- Ya no hablemos de ellos…mejor cuéntame…¿cómo es tu trabajo como jefa de enfermeras?
Candy suspiró un momento y luego contó.
- Pues…es un tanto complicado. Ser jefa no es lo mismo que ser una enfermera más…las responsabilidades son muchas. Si un paciente está mal, no es responsabilidad de la enfermera que lo atendió sino de la jefa de ella, por dar indicaciones equivocadas. Somos un equipo de trabajo.
- Ya me imagino- sonrió Terry cerrando los ojos- si algo sale mal, será responsabilidad de la “enfermera Pecas”, ¿cierto?
- Sigue haciéndote el gracioso, Terry- refunfuñó Candy.
- No hagas gestos o se te verán más las pecas…
- No hay forma de callarte la boca, ¿cierto?
Terry sonrió pícaramente.
- Sí que hay una forma, Candy- dijo acercando sus labios.
Candy tuvo valor para darle un ligero golpe en los labios pero al tratar de equilibrarse se fue ligeramente de lado. Terry la sostuvo por la cintura. Ella trató de ponerse en pie.
- No sea tan ruda, señorita Pecas, que los pacientes no tiene la culpa de sus malos modales.
- ¿Malos modales, has dicho?- indagó.
- Por supuesto- dijo Terry- aún recuerdo cuando llamaste a la hermana Grey “Vieja cabeza dura”. Según veo, en todo este tiempo no los has pulido mucho que digamos.
- Por lo que veo tú tampoco…sigues siendo el mismo grosero de siempre. Flammy todavía recuerda cómo te expresabas de ella…
- Ah, sí, la señorita “Ceño fruncido Hamilton”…dime…¿sigue igual de amargada?
- No seas cruel, Terry…Flammy no ha sido muy feliz que digamos.
- Lo sé…esa chica necesitaba que le presentara algún amigo que la hiciera soñar e ilusionarse.
- Pues he de decirte que ya lo encontró- rió Candy.
- ¿Dices que ya lo encontró? ¿Y quién es el pobre tipo que fue capaz de domesticarla? digo, para felicitarlo, ¿no?
Candy lo miró con un poco de afectación.
- Sigues siendo tan malcriado como siempre…
- Sólo retomo las lecciones de mi maestra de modales…la señorita Candice White Andrew- dijo con sorna Terry.
Rieron sólo un rato más pero el cielo comenzaba a llenarse de nubes oscuras.
- Va a llover- dijo Terry- será mejor que nos vayamos de aquí. Puedo llevarte a un lugar más cómodo, para que descanses tu pierna.
- Está bien- contestó Candy.
El carruaje salió directo hacia un restaurante muy hermoso.
- Aquí se sirve un té delicioso, Candy. Justo llegamos a la hora. Van a dar las cinco.
- Qué bien- sonrió Candy.
A partir de ese momento, Terry se dedicó a complacer a Candy en todos los detalles posibles. Ella no quería sentirse halagada por la forma en que él la trataba. Pero él se encargó de ser correcto, todo un caballero y de demostrarle su interés.
- ¿Te gusta el lugar, Candy?
- Es muy agradable. Sin embargo…casi no frecuento estos sitios…me siento un poco rara.
- No te preocupes…tú nunca serás rara en un lugar como éste…bueno…casi nunca.
- Te aprovechas porque no puedo retarte en público, ¿cierto?- dijo Candy.
“Hermosa…sólo unas horas más y juro que me esforzaré por hacerte la mujer más feliz…sólo dame esa oportunidad…”
Los ojos de Candy centelleaban a la luz de las lámparas que decoraban el lugar.
El té era delicioso, tibio y reconfortante. Hasta Terry lo degustaba de otra forma.
- Este té tiene otro sabor…¿no crees?
- Así parece- dijo ella.- Es un sabor distinto…como el sabor de hogar…
Terry sonrió.
“ Te siento de una forma tan especial…unos momentos eres como antes…una dulce chiquilla…y al mismo tiempo siento el calor de una mujer en ti…será…realmente extraordinario y hermoso estar contigo…lo sé…”
Los nubarrones se cernían sobre Londres. El crepúsculo estaba cayendo sobre la ciudad pero las nubes solapaban al astro rey para comenzar a dejar caer sus primeras gotas.
- Vamos al lobby del hotel donde iba a hospedarme. Sé que no es un lugar muy adecuado pero ahí puedes descansar un poco más.
- ¿Al lobby del hotel?
- ¿Qué sucede? ¿No eres la mujer valiente que conozco? No puedo dejar que camines hasta el carruaje. Tomaremos un coche desde aquí hasta el hotel. ¿O qué? ¿Acaso me tienes miedo?- dijo en tono sensual.
Las piernas de Candy temblaron. Pero intentó armarse de valor.
- De ningún modo. Vamos…así, ya descansada, podré caminar mejor.
Terry asintió.
Poco antes de llegar comenzó a llover. Sus ropas se mojaron ligeramente.
- Entra, Candy…la tormenta ya está cayendo.
El lobby estaba hermosamente decorado. Ahí Candy reposó su pierna en un sofá. Terry la miraba y no le gustaba que Candy tenía frío.
“Pronto, Candy…voy a darte todo el calor de mi corazón…como siempre he deseado…”
- Candy…será mejor que te prepare la habitación…ahí podrás secarte y descansar en la cama un rato, ¿quieres?
Candy dudó pero luego pensó.
“ Seguramente se quedará en el lobby…sí…Terry es un caballero, no cabe duda…”
Como Candy no pudiera caminar bien, la tomó en brazos y la colocó con cuidado en la cama.
- Espera…estás un poco mojada…
- Tú también…- señaló ella.
- Tienes razón…-dijo y se quitó el jacket y la bufanda.- Tengo ropa aquí para cambiarme. Tú quítate con cuidado el vestido para que no te afecte…ordenaré que te traigan algo para cambiarte.
- Terry…
- Ahora vuelvo.
Cuando Terry salió, ella comenzó a revisar tu vestido.
- Qué pena…está dañado mi vestido…pero no me preocupa…ha sido el vestido más lindo que he podido usar y quizás nunca más use uno como éste en mucho tiempo.
Al poco rato le enviaron a Candy una caja con una hermosa bata de seda rosa y listones bordados.
- Una bata rosada… es preciosa…
Candy se secó y luego se vistió rápidamente.
De pronto la puerta sonó.
- ¿Puedo pasar, Candy?- preguntó Terry.
- Por supuesto- dijo turbada pero feliz con aquella hermosa bata.
En cuanto Terry la miró sintió que su cuerpo temblaba de emoción.
“Eres una verdadera dulzura, Candy…ahora no dudaré…te haré mi mujer…por fin…”
me dio risa que genial el capi que ira a pasar entre esos dos