SUEÑOS DORADOS Y ESMERALDAS CAP. 5

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la_unica_sra_d_sparrow
view post Posted on 1/3/2013, 05:27




sueosdorados5phixr

Cap. 5

Candice se había ido a dormir tras haber conversado un poco más con Annie y Patty sobre las últimas del matrimonio Cornwell Britter. Patty había seguido con algunas indagatorias respecto a lo que se haría con los inventos de Alister, los cuales, al parecer, tendrían mucho mejor suerte ahora que él ya no estaba.

Candy, de momento, olvidó lo sucedido con Terry gracias a sus grandes amigas. Pero no había podido dejar de pensar del todo en lo que él le había contado respecto a su estancia reciente en el hogar de Pony y el hecho de seguir frecuentando a Archie a pesar de que ellos dos ya no se habían visto más.

“Terry, mi amor…ha pasado tanto tiempo y el volver a verte sólo enardeció mi pasión por ti…todo el tiempo que pasamos juntos en el San Pablo…cuando volví a verte…nuestra separación…y todo el tiempo que he soñado contigo se han volcado en mi cabeza para hacerme comprender que eres tú solamente la fuente de mi deseo…de este deseo perenne que no sé describir…no había sabido reconocer este sentimiento que fue madurando con el tiempo…primero te quise, luego te amé…y luego…no supe entender qué me pasaba cuando crecí y veía a las parejas caminando en la calle…cuando veía a una pareja de esposos aguardando la llegada de su primer hijo…cuando asistí a la boda de alguna de mis amigas…nunca entendí por qué se agolpaba en mi pecho una ansiedad pertinaz que no me dejaba tranquila…por qué sentía que no encontraba mi lugar en el mundo, a pesar de ayudar y asistir a tanta gente…y todo eso tenía una respuesta: tu nombre, Terry…sólo volver a verte me dio la respuesta al enigma que se ha cernido sobre mi vida durante todos estos años. Pero ahora…ahora que te he vuelvo a ver…te siento tan lejos de mí. Y aún así, quisiera no pensar que tu amor está ahí, al alcance de mi mano…”



Las lágrimas asomaron a sus ojos dulces. El sueño comenzaba a encontrar cobijo entre sus párpados, cuando escuchó un ruido en el salón contiguo. Un leve quejido y un golpe seco la hicieron despertar.
Se levantó, cubriéndose apenas con una bata de seda blanca, anudada con un hermoso listón por la cintura, y salió hacia el pasillo, percatándose que el quejido y el golpe habían sido emitidos por el mismo objeto…o sujeto, para ser exactos. Un bulto tendido sobre el suelo reflejaba que de él provendrían ambos sonidos.

Candy se acercó con cuidado y al mover aquel bulto, se dio cuenta que se trataba de Terry.
- ¡Dios mío!- comentó por lo bajo.- ¿Qué hiciste, Terry?
Él apenas farfullaba un par de palabras. Candy lo inquirió con más rudeza.
- Terry…será mejor que te expliques…¿te parece este estado?
Terry se incorporó como pudo y acarició el rostro de ella.
- Candy…estás aquí…no pensé que te quedarías…
- Ven…tengo que llevarte a descansar…
- Pecosa…estás aquí…no te fuiste…
- Hueles demasiado a alcohol, Terry- recriminó.
- Eres una bomba de tiempo, así que será mejor que me acompañes a la cocina. Necesitas algo que te despeje de ese estado en el que te has puesto.
Terry sonrió ligeramente.
- No es la primera vez que me ves en estas, ¿cierto?- bromeó.- ¿Recuerdas cuando me ayudaste cuando por equivocación…Albert me llevó al dormitorio de las chicas?
- Sí que lo recuerdo…estabas igual de ebrio que ahora, pero entonces estabas herido…
- Sí, y fuiste por remedios…era evidente que tenías desde entonces vocación de enfermera y también que estabas loquita por mí-rió ligeramente- y bien…¿qué harás ahora por mí, señorita enfermera?
Candy entrecerró ligeramente los ojos y luego repuso.
- ¿Qué voy a hacer? Dejarte aquí…no tienes absolutamente nada…estás pasado de copas y puedes arreglártela solo…
Terry hizo una ligera mueca pero luego pidió:
- Está bien…tan sólo…hazme un favor…dame la mano para ponerme en pie…la verdad me siento un poco mareado…
“Terry…si tan sólo supieras te levantaría y te abrazaría para que no volvieras a caer…¿por qué volviste a beber? Sabes que no me gusta que hagas eso…no me gusta verte así…deberías comprender…”
- Bien…sólo te daré la mano- añadió Candy.- Vamos…levántate- continuó dándole la mano, haciendo un esfuerzo intenso para levantarlo. Pero cuando trató de mantenerlo en pie, Terry la hizo caer sobre él.
La sostuvo por la cintura sobre su cuerpo. El calor que sentía él al sentirla sobre él fue intenso y delicioso.

“Candy…eres una dulzura…sentirte así sobre mí…con ganas de no dejarte partir…te sostengo con mis manos…tu cintura es breve…como el espacio que nos separa…y ahora te tengo así, a mi merced…pero tengo miedo de ti…estás tan linda…esa bata mal cubre tu belleza…quisiera ser yo el hombre capaz de poseerte sin ninguna restricción…pero tengo miedo de mí también…”


La miró con dulzura. Candy de momento no tuvo valor para dejar de verlo. Terry acarició su cabellera suavemente y la besó apasionadamente.

El mundo de Candy se derrumbó temporalmente. Todas sus convicciones se destruyeron en aras de la pasión de aquel beso que arrastraba furiosamente las barreras que la joven enfermera se había colocado en el corazón. De nuevo sentía los labios ardientes de Terry Grandchester, el amor de su vida, pero ahora era diferente. La timidez del primer amor daba paso al gozo de la mujer que anhelaba el beso apasionado del hombre que despertara en ella los deseos más evidentes pero a la vez más escondidos y un tanto irreverentes.
Degustó aquel beso con delectación…sí…era otra vez su boca fundiéndose con la de ella, pero ahora Candy ya era una mujer y podía experimentar de otra forma el contacto de sus labios. Sin embargo, al percibir el aliento alcohólico y notar que quizás por eso la había besado se apartó y le dio una bofetada.

Terry se sobó la mejilla y dijo:
- Creo que con el tiempo has mejorado en eso de dar las bofetadas- comenzó- pero aún más en la forma de besar- guiñó el ojo.
Luego avanzó despacio buscando la puerta de alguna de las habitaciones.
- Espera- dijo ella- despertarás a todos…no sabes cuál es la habitación correcta.
Candy lo tomó del brazo y lo dejó en una de las puertas que daba a una de las habitaciones.
- Supongo que nunca darías con la correcta si no te ubico.
- Yo cometo una sola vez los errores, Candy- dijo, refiriéndose al del colegio san Pablo cuando entró por equivocación al dormitorio de las chicas.- ¿Te acuerdas cuando entré por error a tu habitación?
- El error no fue tuyo…fue de Albert…precisamente de Albert…

“Otra vez Albert…comenzaré a pensar que realmente sí sientes algo por él, Candy”- pensó Terry- “no te culparía…él no es tan mayor…ahora que sé quién es, no me sorprendería que lo hubieras aceptado…y con la elección, quizás habrías salido ganando realmente…pero no puedo soportarlo…eso sería inconcebible…insufrible…inaudito…”


- Más a mi favor- dijo Terry- si el error no fue mío, quiero decir que quizás yo no me habría equivocado de dormitorio estando sobrio.
- Sí, pero ahora estás ebrio y seguramente en ese estado apenas si sabes dar un paso.
El comentario le dolió a Terry, porque en otras ocasiones había bebido demasiado hasta perderse completamente y no precisamente por diversión.

“No deberías jugar con eso, Candy…no ha sido fácil ni agradable terminar ebrio hasta el amanecer, sin nadie que te tienda una mano, deseando que el mundo desaparezca, temiendo que a la mañana siguiente me vieran así y fuera yo la comidilla de los periódicos…no es agradable siquiera recordarlo…”
- Será mejor entonces que me quede aquí para dormir ya, ¿no crees? Hasta mañana…-soltó abriendo la puerta casi tan rápido como avanzó.
Candy no pudo dejar de sentirse tan emocionada por aquel beso intenso…no podía negar lo que había sentido…el cosquilleo interno que el contacto de su boca le provocó…no importaba que tuviera aliento alcohólico…sólo importaba darse cuenta que era totalmente vulnerable a su contacto…que el tiempo sólo había encendido sus ganas y hecho más vívido su recuerdo…y se tuvo miedo; tenía miedo de reconocer que al menor tacto o a la menor exigencia de él, ella podría dejarse llevar…¿qué haría ahora que lo tenía tan cerca?

A la mañana siguiente, Candy se despertó muy temprano. Pero no quería encontrarse con Terry. Sin embargo, fue la primera que entró a su habitación. Encontró la puerta mal cerrada. Entonces, se acercó lentamente. Lo miró dormir. ¡Hasta ebrio se veía buen mozo! Lo arropó bien y depositó sobre su frente un beso suave para luego salir de puntillas y cerrar bien la puerta cuando salió.

Al poco rato, cuando ya estaban todos listos para desayunar, Candy vio caminar despacio a Terry, quien se llevaba aparatosamente las manos a la cabeza.
- Buen día, Terry…dime, ¿dormiste bien?- preguntó divertida.
Terry entrecerró los ojos y contuvo el mareo.
- Trata de hablar más bajo, Candy…me duele terriblemente la cabeza…
Albert sabía perfectamente la razón. Annie trató de desviar el tema.
- Nunca había visto una mañana tan linda en Londres. ¿Será por la época?
Archie continuó.
- Seguro…en esta época generalmente las mañanas no son tan gélidas.
Terry intervino.
- Sí…en general…el clima es bastante tranquilo…
Candy vio cómo Terry se sentaba al lado suyo. Eso la ponía sumamente nerviosa.
- Dime, Candy…¿nunca habías visto una mañana como ésta?
- No…realmente no…sin embargo, el de hoy me pareció casi tan hermoso como el amanecer en la colina de Pony.
Terry miró el fuego con que Candy hablaba acerca de ese lugar.
- Sí…yo una vez estuve ahí…el amanecer era dorado con destellos esmeraldas.
Candy estuvo a punto de llorar. Pero Albert cambió de nuevo el tema.
- En un rato puedo llevarlos a pasear por ahí. La señora Winchester fue muy buena al venderme su mansión. ¿Qué les pareció?
- Es muy hermosa- dijo Annie- sin embargo…anoche escuché ruidos en el pasillo.
- Quizás soñaste, Annie- repuso Candy.- Yo, por ejemplo, anoche soñé que un gorila borracho se tambaleaba por el pasillo. ¿Tú, Terry, no soñaste nada?
El hijo del duque de Grandchester giró los ojos y luego añadió.
- No exactamente…yo en cambio soñé que una mona repleta de pecas me besaba…fue horrible…estuve a punto de vomitar…por cierto…ahora vuelvo- dijo levantándose rápidamente de la mesa.
Cuando lo hizo, Candy fue tras él, sin importarle lo que el resto de los comensales haría.

Lo encontró afuera, ya despejado, jadeando un poco, con una notable palidez.
- Terry…no estás bien…ven a la cocina…te prepararé un café cargado…
- Déjame tranquilo…con que un gorila borracho…¿no?
- Con que…te besó una mona pecosa…¿no?
- Tú empezaste…-señaló Terry.- Pero si te hace sentir mejor…te pido disculpas.
- Ahora no es momento de eso. Ven…
Lo tomó del brazo y lo condujo hasta la cocina.
- Ya no me sorprende que estés aquí. Siempre has sido una chica liberal y dispuesta a todo.
- Soy enfermera- repuso ella.
- Sí, pero…siempre fuiste así. ¿No te cansas de estar pendiente de los demás? En mi caso, yo no habría hecho nada por mí.
- Tú no, pero yo sí…por ti…o por quien fuera- aclaró.
“¡Cómo quisiera creer que esto lo haces porque todavía te importo, Candy! El beso que te di fue realmente especial…además, sentí que no te fue indiferente. Pude percibir el fuego que nacía de tu interior. Es verdad…puedo intuir que ese beso significó para ti más de lo que parece. Pero no te culparía si me hubieras olvidado…”
- Bien…entonces…¿qué me vas a dar?
- Aquí está tu café, Terry. Tómalo de un sorbo…
Terry tomó la taza. Aspiró el aroma del café que se evaporaba y obedeció la orden de Candy. Ella lo observaba con ternura, tratando de acallar las voces internas de su cuerpo y de su corazón.
- ¿Cómo te sientes?- preguntó ella.
- Mejor- dijo Terry.- Este café tuvo la virtud de dilatar mis venas y disipar el alcohol de mi organismo.
Candy le pidió.
- ¿Podemos hablar a solas?
Terry entendió que Candy quería hablar respecto a lo de la bebida.
Cuando llegaron a otro de los salones, comenzó a preguntar.
- Terry…necesito preguntarte algo…dime…¿por qué volviste a beber? No quieras mentirme…según veo, no has dejado de hacerlo, como dijiste.
Terry bajó la cabeza y luego pensó.- “No deberías estarme preguntando eso…porque sabes que la razón de ello has sido tú, Candy.”
Terry levantó la cabeza y reclamó.
- Si se trata de averiguar…yo también quisiera saber cosas…
- ¿Cómo qué?
- ¿Qué significa Albert en tu vida?
- ¿A qué viene esa pregunta?- respondió Candy muy intrigada.
- Responde solamente- inquirió Terry de nueva cuenta, esperando nerviosamente.
Candy suspiró hondamente.
- Aunque tu pregunta me parece un poco fuera de contexto, te responderé: Albert es alguien muy especial en mi vida…si no fuera por él, mi vida habría sido totalmente distinta...¿satisfecho?
- Creo que sí- repuso Terry.- Bien...parece que puedo contentarme con esa respuesta por ahora, “señorita Pecas”.
- No digas eso o te serviré el café caliente pero en la cabeza…
- Lo siento, Tarzán Pecosa…
Candy se quedó pegada al piso de nueva cuenta. Aquel mote le traía reminiscencias bastante dolorosas y nostálgicas.
El joven Grandchester se levantó y marchó a su habitación.
- Discúlpame con todos, por favor. No me siento muy bien.
Candy asintió con la cabeza y le dejó marchar.
El resto del día ella se la pasó leyendo un libro que había llevado consigo. Pero en cada página que leía veía de continuo el rostro de Terry. Así que prefirió dejar de momento esa lectura para tomar la Biblia. Ahí pudo leer en el Evangelio: “Amaos a vuestros enemigos…orad por los que os maldicen y persiguen…”
Por un momento dudó. ¿Ella acaso sentía una especie de odio escondido por Terry? No…odio no era…le molestaban algunas de sus nuevas actitudes pero ¿odio? Era demasiado hermoso para eso…de ningún modo…jamás podría sentir odio por el hombre al que había amado tanto…y al cual…¿todavía amaba? ¿Era realmente amor, o sólo la nostalgia del recuerdo, el haber vuelto a encontrarse a quien fuera el hombre que había robado de sus labios aquel beso suave y delicado? Tenía que averiguar la respuesta.

Por su parte, Terry decidió recorrer la mansión a caballo un rato después de despertar y al volver, encontró a Albert en un sillón de la sala.
- Albert…
- Hola, Terry…¿todo bien?
- Sí…sólo fue el alcohol…un poco más de lo debido- comentó Terry a su amigo.
- Ya veo…noto que te ha sido difícil dejarlo.
- No es eso…creí que podría pero…hay algo que no me permite sostener mi convicción.
- ¿Y qué es?
- Ella…-dijo refiriéndose a Candy.
Albert continuó, asintiendo con la cabeza.
- Según creo…no has podido olvidarla…
Pero Terry no respondió sino que prefirió indagar:
- Y tú Albert…dime…¿qué sientes por Candy?
- Ya lo sabes…admiración, cariño, respeto…un amor realmente único…
Terry comentó.
- Dime…¿crees que ella…aún?
- No lo sé…¿por qué no se lo preguntas?- insistió Albert con calma.
- No podría preguntárselo directamente…no tengo valor para eso…creo que últimamente no tengo valor para muchas cosas…
- Pero si no tienes valor para eso, seguirás hundiéndote más.-reveló Albert.
- Quisiera seguir tu consejo, Albert pero…sin ella no puedo más que dudar…y aún así no puedo dejar de convencerme que si le hablo, las cosas podrían volver a ser como antes…¿entiendes mi confusión?
- Sí que te entiendo…porque yo ya he pasado por ahí.
Eso desconcertó terriblemente al joven actor, quien se puso en pie y dijo a Albert.
- Hablaremos en otra ocasión. Hasta luego.
Justo a la noche salió de la mansión, montado a caballo.
Candy lo escuchó montar. Esperó sin moverse mientras lo veía cabalgar.

“Terry…tu gallardía es aún mayor que la que tenías en el San Pablo…no puedo dejar de desearte aún más que antes…y sé que no debo…me contentaré con mirarte cabalgar así, solamente…durante el tiempo que tarde esta breve visita…”



Pero Terry, percibiendo el aroma de fresas que ella despedía y mirando ligeramente fustigados sus dorados cabellos por la ventana de su habitación, se acercó a mirarla. Ella se cubrió ligeramente con un chalina, pero él dejó su camisa entreabierta mientras se acercaba aún montado sobre el animal al umbral de la ventana de la muchacha.

- Perdón- dijo ella casi cerrando la ventana.- Pensé que no había nadie en el jardín.

Pero él detuvo el dintel del que se sostenían los cristales, impidiendo que la joven enfermera cerrara la ventana.
- Por favor, Candy…no me evadas…
- Es que…es tarde ya…no deberías estar cabalgando así, a esta hora.
- No es tan tarde, Candy…estoy acostumbrado a montar a caballo hasta esa hora de la noche…¿no lo recuerdas?

“No continúes con esta actitud, Terry…no más, no creo que lo soporte un minuto más…”
- Entonces…haz lo que quieras, en vista de que no te importa lo que yo diga.
Pero Terry se acercó y acarició su rostro.
- Claro que me importa lo que digas…tanto que con una sola palabra tuya bastaría para que mi vida cambiara totalmente.
Sin embargo, Candy, con ojos llorosos dijo:
- Creo que…para eso ya es muy tarde..Terry Grandchester.
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view post Posted on 8/9/2013, 09:27
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Que beso de ese par están que no se aguantan mori con los apodos muy buena Unii :D
 
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